Pierna de Cabrito del Maestrazgo al Horno
Aprovechando que estos días en mi carnicería favorita, el cash&carry de Carnes Ros, tienen una buenísima oferta en Cabrito del Maestrazgo, he comprado dos corderos completos que ya he organizado en sus diferentes partes en mi congelador para disfrutarlos como y cuando quiera.
Hoy voy a cocinar tres de sus piernas, como somos tres en casa estos días, considero que cada una de ellas es la ración perfecta para gozar este sabroso y tradicional bocado. Cabe recordar que el cabrito no supera los 4 meses de edad y que si le añadimos el apellido “del Maestrazgo” estamos hablando de una carne muy apreciada destinada a los paladares más exigentes.
Solomillo de Cerdo al Hinojo
Vale, no es tan fácil como acostumbramos por aquí, es un pelín más compleja, (sin exagerar), pero vas a quedar como un chef con Estrella Michelín. Lo primero, como siempre, dirige tus pasos a tu carnicero de confianza, en mi caso el Cash&Carry de Ros en Benicarló. Una vez allí le pides que te separe dos buenos solomillos de cerdo, limpios de grasas excesivas. En Carnes Ros los puedes encontrar ya limpios y en bandejas individuales a unos 2,60€ la unidad.
Pierna de Cordero rellena de jamón, queso y dátiles, muy fácil?
Lo primero que os puede llamar la atención es que considere una receta “muy fácil” cocinar una pierna de cordero rellena de jamón serrano, queso Edamm y dátiles. Hay que comprar una hermosa pierna de cordero, abrirla con un cuchillo afilado, quitarle el hueso, rellenarlo con los ingredientes y atarla bien con hilo de bramante… puede que no os parezca fácil, pero lo es. Yo mismo acudí a mi amado Cash&Carry de Carnes Ros en Benicarló y allí estaba, a punto para ser cocinada, envasada al vacío para que lo hiciese en una ocasión especial y muy, muy fácil
Afortunadamente cada vez más personas se suman al slowfood, una filosofía de vida, y de comida, basada en “no tengas prisa, las cosas buenas llevan su tiempo”, lo antagónico al fastfood.
Lo tenemos claro en productos como los jamones, los curados en general, incluidos los quesos, los vinos de crianza … pero está todavía poco asumido el tiempo de maduración de las carnes frescas.
Hay que tener en cuenta algunas consideraciones, como el tipo de carne o su peso. Por ejemplo, las aves no pueden superar los 2 ó 3 días, el cerdo requiere entre 3 y 6 días, el cordero entre 1 y 2 semanas y finalmente el vacuno que puede estar 3 semanas o incluso más, según la pieza y su origen. En nuestro artículo de hoy nos vamos a centrar en la vaca o el buey.
Si alguna vez os encontráis con una carnicería que presume de la frescura de sus carnes, “tengo ternera fresca, sacrificada de ayer”, os recomiendo que cambiéis de carnicero u os dispongáis a sufrir un filete correoso que se cocinará entre una gran cantidad de agua liberada.
Por lo contrario, en los restaurantes y asadores especializados en carnes, el maitre os informará incluso del tiempo de maduración de sus piezas.
Pero qué es el proceso de maduración, para qué sirve… lo primero será aclarar el concepto de maduración, es el estado posterior al sacrificio y al rigor que le sigue. Si dejamos la pieza, vamos a considerar un costillar de vaca , en las condiciones de conservación adecuadas, veremos que este momento los cambios que van a producirse son del todo positivos. En Europa nuestro gusto es más cercano a las carnes maduradas de lo que se acostumbra en sudamérica, sin embargo, en ninguna parte se consumen las carnes recién sacrificadas.
La carne disminuirá su dureza, se volverá progresivamente más tierna, también intensificará su aroma y sabor y se aumentará su capacidad para retener sus líquidos, lo que nos dará en la cocción un producto jugoso. La pieza se irá haciendo más tierna y más sabrosa, es importante saber esto por si lo que queremos es, en realidad, una carne más firme y de sabor menos pronunciado, en cuyo caso el tiempo de maduración corre en contra de estos gustos.
El proceso de maduración en nuestro chuletero se debe a la degradación de las proteínas miofibrilares, gracias al trabajo de unos enzimas calpaínicos, que transforman y degradan el colágeno. Este proceso se produce en todas las carnes y en todos los casos, aunque nunca obtendremos una carne de buena calidad sino lo era en origen, es decir, por mucho que maduremos una mala pieza, de origen o alimentación inapropiados, nunca obtendremos un buen chuletón. Influyen en ello tanto el tipo de crianza de la res, como su correcto sacrificio.
Tampoco sirve madurar en cualquier condición, la higiene es fundamental, existen unos enemigos irreconciliables con este proceso como son los microorganismos que van a depender de la manipulación, la temperatura, el oxígeno… salvado este problema a través de la higiene, el frío sin llegar a congelar y el aislamiento, deberemos controlar muy bien la oxidación de las carnes, que viene a estar condicionada por el oxigeno, la temperatura y también la luz. En resumen, nuestro chuletero deberá madurar envasado al vacío, con la pieza entera, refrigerado y en oscuridad.
Si además la pieza es de un buey criado en buenas condiciones, habrá infiltrado de manera natural grasa en sus músculos durante su crianza, lo que aportará jugosidad, pero también tendrá una capa de grasa natural, que seguirá aportando untuosidad a nuestro futuro chuletón durante el proceso de maduración.
Llegados hasta aquí deberemos sentirnos muy afortunados si alguna vez estamos a punto de saborear un excelente Chuletón de Buey, ya que hoy en día, la carne de auténtico buey casi no existe debido a lo caro que resulta su producción y, luego, la maduración de su carne, que debe ser necesariamente más larga. Lo que se suele vender bajo el nombre comercial de “carne de buey” son piezas procedentes de vacas que se retiran de la producción de leche, se ceban durante unos meses para que se engrasen y después se sacrifican. Su carne es también de muy buena calidad y su precio es mucho más asequible. El único problema es que no se venden bajo la denominación correcta: debería poner carne de vaca y no de buey.
Aún quedan algunos ganaderos románticos como José Gordón que además de la cría de estos ejemplares, sabe cocinarlos como nadie en su Restaurante El Capricho de León.
Video del programa Cocineros Sin Estrellas de Telecinco:
Ingredientes: Lomo de buey y sal (marina y de escamas)
Preparación: Quitamos la grasa que cubre la carne y la reservamos. Colocamos nuestra pieza en la parte alta de la parrilla para que comience a coger temperatura. Debe llegar a los 40 grados. En ese momento bajamos a la parte más viva de la parrilla para sellar el exterior y añadimos sal. La carne debe quedar jugosa -bastante cruda- en el interior. Servimos fileteada y acompañada de su grasa.
Qué aproveche, carnívoros!
A los carnívoros nos encanta el cerdo, un animal completísimo que parece diseñado para alimentar durante todo el año.
De hecho, en las zonas ganaderas donde se cría, los años se miden por la época de matanza , una auténtica fiesta donde, además del despiece del año y la fabricación de los embutidos de la temporada, se pueden ya disfrutar los del pasado año, superado ya ese proceso de curación que convierte a algunas partes del cerdo en sabrosos chorizos, morcillas, salchichones, paletas o jamones.
Algunas partes del cerdo son más celebradas y conocidas que otras, qué decir del lomo, el solomillo, las costillas, las chuletas o la panceta fresca. Aunque recientemente estamos descubriendo cortes que los carniceros ya conocían de toda la vida, pero que ahora comienzan a hacerse familiares entre los consumidores, el secreto, la pluma o la presa , serían buenos ejemplos.
Cada día más personas saben reconocer cada parte del cerdo y son más expertos en sus cocciones para sacarles todo el partido. Comenzamos ya a poner apellido a nuestros cerdos y vamos diferenciando unas razas de otras, tenemos claro, por ejemplo, que la raza ibérica da un resultado excelente en sus carnes por su morfología, su método de cría en libertad y su alimentación natural. Poco a poco, comprendemos la importancia de escoger buenas razas, como la duroc, de gran rendimiento y exquisito sabor.
Es una bendición de animal del que se aprovecha todo, los carnívoros conocemos las bondades de las manitas de cerdo, la oreja, el rabo, la papada, el tocino, la manteca o la careta. Pero si profundizamos un poco, qué decir del hígado, los riñones o los sesos.
Con su excepcional tripa se elaboran los mejores embutidos, salchichas, butifarras, morcillas, chorizos, salchichones… Su carne puede ser consumida en fresco, quien haya probado un jamón fresco horneado lo sabe, pero también nos permite guardar en la despensa para más adelante en forma de los mencionados embutidos a los que habrá que sumarles los morcones, la panceta curada o ahumada, y cómo no, el jamón , que merece un capítulo aparte para él solito… Y si no que se lo digan a los nipones que andan como locos con nuestras patas negras.
También hablaremos más extensamente un día de los fritos, esas costillas, lomos y longanizas que, una vez fritos, se conservan en aceite y que son hoy día una delicatesen que ya conocían desde hace décadas en las masías del Maestrazgo de Teruel y Castellón.
No hay cocido que se precie que no incorpore cerdo: la fabada, los cocidos madrileños o pasiegos, las ollas de todo tipo, las lentejas, no serían lo mismo sin el cerdo que se le añade.
Tiene una carne mucho más sana de lo que se cree, recomendada a los enfermos de corazón por su alto contenido en ácido oleico. En concreto, casi el 50% de la grasa de cerdo es monoinsaturada. Respecto al colesterol, el aporte de la carne de cerdo es inferior a otras carnes como la de vacuno o cordero. A esto podemos añadir el alto aporte de nutrientes, sobre todo proteínas de alto valor biológico y minerales y vitaminas, que hacen que la carne de cerdo sea una de las mejores desde un punto de vista nutricional.
Hala, a ponerse como cerdos y hasta la próxima, carnívoros!
Algunos carnívoros podréis pensar que dedicar nuestro primer artículo al pollo, no es comenzar con la carne más sabrosa y selecta. Quizás esperábais un chuletón de buey madurado, pero si lo pensáis un momento, el pollo: el rico pollo, es una de las carnes más saludables, más versátiles de cocinar y que más gusta a la mayoría de miembros de una familia.
Una receta de pollo siempre queda bien: entero, jamoncitos, alitas, pechugas, empanado, al horno, en pepitoria, frito o el curioso sistema empleado en el levante español: a l’ast.
Para apreciarlo en toda su plenitud, los carnívoros deberemos saber que antes del pollo fue la gallina, (y aún antes el huevo, o no, pero eso ya lo hablaremos en otro post), y que existe una gran variedad de razas de gallina, algunas dedicadas específicamente a ser ponedoras, otras destinadas a carne, incluso las hay meramente ornamentales. Hoy dedicaremos este post a las destinadas a la cazuela.
En función de las modas, sí, las modas también cambian los cánones de producción, ahora, por ejemplo, el consumidor aprecia una carne de pollo de color amarillo, en lugar de demasiado blanca, o prefiere grandes muslos en lugar de pechugas amplias. Sí, en función de la preferencia del consumo se crían en nuestro país razas autóctonas o foráneas, entre las que encontramos las razas americanas: Cornish, Plymouth Roch, Rhode Island, inglesas: Sussex, Orpington, asiáticas: Cochinchina, Brahma, francesas: Moudans, La Fleché, Feverolles y las deliciosas razas españolas : Catalanas, Cara Blancas, Minorcas, Andaluzas, etc.
9 de cada 10 pollos que vemos en los mercados están criados en España, independientemente de la raza que sea, su consumo mayoritario es en fresco en un 99%, aunque comienza a verse también congelado.
El pollo es la segunda carne más consumida en nuestro país, tras el cerdo, y supone un 20% de la producción cárnica nacional siendo España el segundo país productor de carne de pollo de la Unión Europea.
Hasta no hace muchos años, el consumo de pollo era considerado en España un lujo excepcional al alcance de muy pocos. Era el plato favorito para celebraciones familiares y días de fiesta. Desde hace ya unos años, el
pollo ha pasado de ser un producto de lujo a convertirse en la carne fresca con mayor valor proteínico, menor grasa y más asequible más demandada en nuestro país.
Unas vez en nuestra cocina, entero o por partes, se puede cocinar y combinar en mil recetas diferentes. En próximos post os daremos algunas ideas.
Hasta pronto, carnívoros!
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